Maria Luisa Mariana Fernández., autora de este artículo,
comienza manifestando la curiosa doble moral que existe en la gran mayoría de
los hogares respecto a la televisión. Señala que existe un amor-odio hacia ella
y nuestras opiniones varían desde lo más negativo posible al uso de esta como
utensilio socializador y de ocio; tanto a nivel usuario como en las opiniones
de autores reputados que van desde lo extremo negativo (la televisión fomenta
violencia y malos hábitos) hasta lo más permisivo (los jóvenes deben ser
quiénes deciden y actúan).
Es por esto que considera que los docentes y familiares
deben intervenir, pues es imposible alejar a un niño de la televisión ya que lo
estaríamos alejando de la sociedad actual. Debido a esta imposibilidad de
alejarlo de la televisión y por tanto de todo aquello que rodea a nuestra
sociedad, docentes y familiares han de actuar como buenos modelos en este
aspecto, pues el niño aprende por imitación de conductas y no son selectivos
ante las conductas y actitudes a imitar. Y por tanto hemos de prestar especial
atención a lo que un niño ve en televisión, pues las conductas, valores,
actitudes, personalidades, que imita de los adultos, también las imitará de
aquellos personajes que vea por televisión.
Por todo esto, la escuela no debe alejarse de las
herramientas que la televisión proporciona, sino que los docentes han de
aprender a usarla como utensilio didáctico para la formación de nuevos
individuos y por supuesto trabajar aunando fuerzas con las familias, pues es en
el entorno familiar donde el niño comienza a desarrollar su relación con el
mundo que le rodea, con la sociedad.
La familia por su parte, debe hacerse con una serie de armas
para ayudar a los niños al buen uso de la televisión. M. L. Mariana Fernández
resume esas claves en siete puntos:
• Ver los programas con los hijos e hijas:
Es necesario guiarles y explicarles que es lo que están viendo, así como
hacerles preguntas tras el visionado y dialogar para desarrollar una conciencia
crítica en los pequeños.
• No tener la televisión como una niñera electrónica: Este punto se
explica por si solo, pues en ningún caso se debe permitir que la televisión sea
la que cuide de los niños.
• No hacer zapping: Debemos seleccionar
previamente qué es lo que queremos ver para evitar la mala costumbre de cambiar
continuamente y la posibilidad de encontrarnos por el camino con algo
inapropiado para el niño.
• Control del tiempo: El exceso de
televisión puede traer consigo repercusiones físicas y reduce el tiempo que los
niños deben dedicar a otras actividades útiles para su desarrollo
(socialización con otros niños de su edad, práctica de deportes, juegos,
realización de tareas de la escuela, lectura…).
• No al abuso de la
televisión: Pues en algunos casos, puede afectar a la capacidad de
concentración de los estudiantes, y resentir las relaciones sociales.
• Establecer normas para ver la televisión,
consensuadas y cumplidas por todos.
• Somos modelos: Familia y docentes
deben lograr que el modelo a transmitir sea coherente con los objetivos que
queremos que alcancen los niños.
Por todo esto, no solo debemos hacer frente a esta nueva
realidad educativa, sino que es estrictamente necesario que nosotros mismos
aprendamos a hacer un uso responsable y desarrollar una conciencia crítica
respecto a la televisión para servir de modelo coherente a los más pequeños.
- Referencia: Mariana, M.L. (2008). ¿Para qué enseñar a ver TV?. Comunicar, 31. . (DOI: 10.3916/c31-2008-03-041)
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